lunes, 14 de enero de 2008

46


Amiga,

Nos ponemos viejas, no hay remedio! El sábado cumplí 46. He estado tratando de escribir algo que no me suene demasiado manoseado sobre el tema, pero no creo que sea posible. Después de los cuarenta no parece lógico comentar la edad, ni siquiera celebrar, hasta que uno llegue a los ochenta, cuando cada año que se suma es más bien un milagro. No me preocupa demasiado ponerme vieja, me preocupa mucho más quedarme sin ganas, sin proyectos, sin ilusiones. Iniciar la segunda mitad de mis cuarenta en el exilio me asusta y no sé si el pánico va a producir un salto hacia adelante o una parálisis que termine empujándome de nuevo hacia atrás. La verdad es que ya no sé qué está atrás y qué es lo que puedo considerar que me queda por delante. En fin, te dije que no había logrado encontrar nada que decir que no fuera un lugar común. Escribir sobre cumplir años está demasiado cerca de lo cursi, ¿no?

Te acompaño esta mini nota con una foto de la calle principal de nuestro pueblito escocés en el día de mi cumpleaños, sólo por aligerar el tono.

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