jueves, 5 de febrero de 2009

Literatura de la realidad ligera


Amiga,

Una de las cosas a las que uno se vuelve adicto cuando anda de ocioso por la vida es a los gadgets –a los aparatitos de todo tipo, si me permites la traducción poco ortodoxa. Entre los aparatos a los que estoy aficionada está el ipod. Y dentro de las miles de cosas que se pueden oír en él, me he vuelto adicta a los podcasts. Hablar nada más sobre los descubrimientos que he hecho escuchando podcasts me llevaría unas cuantas notas de este blog, así que lo voy a ir dejando pasar, porque lo que realmente quiero contarte esta vez es un descubrimiento que hice hoy. Se trata de la literatura como ‘reality-show’.

Digamos que todo empezó con gente de lo más sofisticada, como Sebald y sus ‘Anillos de Saturno’. Una caminata al campo, algunas fotos, el libre flujo de la conciencia, tres o cuatro puntos de erudición sobre tópicos bastante inusuales, una primera persona claramente autobiográfica, una tragedia familiar o generacional y ¡paf! nace una obra maestra que es traducida a cincuenta idiomas y alcanza el olimpo editorial en menos de una década.

Hasta ahí todo bien. Sebald escribía como todo un profesor universitario. Un profesor algo distraído, tal vez, pero definitivamente grave y didáctico. Lo mismo podría decirse de un Fogwill, aunque estoy segura que más de uno saltará para decir que cómo se me ocurre meter en el mismo saco a estos dos seres tan distintos. Como sea, creo que en cada uno de ellos, a su manera, hay algo de exhibicionismo erudito que todo el mundo podía –creo que el tiempo pasado es imprescindible aquí- considerar ‘literatura seria’, si se me permite la expresión.

Pero lo que descubrí en mi podcast de hoy es una nueva variante de esa misma receta, si le quitas la erudición y la tragedia y el peso de la historia y el holocausto y la culpa judeocristiana... y todo lo demás que pueda sonar demasiado pesado y dejas sólo lo ligero. Entonces ¡pin! nace la literatura de la realidad ligera. En inglés podría llamarse algo así como ‘light reality-show literature’. Porque de lo que se trata es de provocar la realidad para que produzca un chiste –casi siempre de mal gusto− que podamos contarle a otros a través de un libro de trescientas páginas llenas de chismes sobre lo mal que la gente vive, come, copula, habla o piensa.

Me explico. Un día estás de ociosa en tu casa y quieres escribir pero no te sale nada, porque la vida es aburridísima y a ti te enseñaron que sólo se debe escribir sobre lo que uno conoce. Entonces se te ocurre una idea que consideras simplemente brillante. Pondrás un anuncio en la prensa pidiéndole a la gente que se una a un club que no existe o del que solo tú formas parte. Miles de personas te responderán, te mandarán su foto y sus datos, tú te reunirás con cada uno –juntos o por separado− y luego escribirás sobre los extraños encuentros que tuviste con gente insólita y tan aburrida de la vida como tú.

Digamos que esa estrategia no te funciona, porque en realidad no hay tantas personas aburridas que lean la prensa y sólo un anoréxico despistado se inscribió en tu club imaginario. No hay problema. Hay muchas ideas parecidas que pueden dar resultados incluso mejores. Por ejemplo: buscas el anuario de tu último año de bachillerato y te dedicas durante meses a rastrear a tus compañeros y ver qué están haciendo treinta años después. Le vendes la idea a una editorial que te costea la gracia y durante un tiempo viajas por el mundo encontrándote con todos tus amigotes de la adolescencia, que por supuesto están haciendo miles de cosas insólitas o aburriéndose de lo lindo. Y luego escribes el libro sobre los encuentros que tuviste ...y así sucesivamente.

Me enteré de esta extraordinaria nueva tendencia de la literatura moderna a través de una entrevista-presentación-lectura que le hicieron en una tienda Mac –de esas en las que venden ipods para que uno escuche podcasts− al autor de uno de estos libros. Pero es obvio que el asunto no fue presentado del modo como te lo estoy contando. Este autor es una auténtica celebridad y sus fans lo idolatran y la industria del entretenimiento lo venera. Dos de sus libros han sido llevados al cine. Voy a preferir no nombrarlo ni dar más detalles sobre su obra, porque podría incluso demandarme. Lo que sería materia para otro extraordinario y lucrativo libro sobre cómo enfrentarse a gente que escribe a costa de lo que otros han escrito antes.

En fin amiga, a veces pienso que no estamos en un tiempo en el que sea realmente importante que hagas bien lo que haces, el tiempo que le dediques, la reflexión detenida y profunda sobre lo que sea que hagas. Estamos en un tiempo de efectos especiales inmediatos y la ‘literatura’ no se salva de eso. Basta con que se te ocurra una idea mercadeable y tengas lo que aquí llaman ‘witt’ para que ¡pin, pan, pun! tengas al instante un libro publicado que venderá miles de ejemplares y será traducido al menos a diez idiomas. Sin contar con las ediciones piratas, los imitadores que se copiarán tus ideas y los bloggers que se lavarán la culpa de no haber escrito más de dos párrafos en tres días comentando tus hazañas editoriales con envidia cochina.

Uno debería haber guardado como un tesoro el anuario de bachillerato. ¿Tú tienes el tuyo por casualidad?
Por tu bien, espero que sí.

Te mando un abrazo,
r

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