viernes, 27 de marzo de 2009

Sin estímulos


Amiga,

Tengo días leyendo textos de revistas de divulgación y desde el miércoles he estado estudiando la revista “El desafío de la historia” para la que debo escribir seis escuetas páginas sobre la cultura y la literatura del tiempo de Pérez Jiménez. La revista planea un dossier sobre el tema y gracias a Luis Ricardo, nuestro amigo común, estoy en esto. Pasé tres o cuatro años leyendo la prensa del período, viendo películas que se filmaron en la época y leyendo todo lo que me caía en las manos sobre la dictadura y resulta algo frustrante tener tan poco espacio para contarlo todo. Pero no me quejo, ha sido un buen ejercicio.

Entre otras cosas, porque me ha obligado a sentarme a escribir con el oxidado cerebro académico que me queda. Y creo que poco a poco lo voy logrando. Ahora sólo tengo que quitar 80 caracteres que me sobran, y eso es nada comparado con los más de once mil que sobraban cuando comencé. Pero no he estado sólo condensando un texto demasiado largo. También he estado simplificando el pesado lenguaje de los especialistas y recortando mis ya endémicas frases largas.

Gracias al calentamiento paulatino de mi cerebro académico, estoy retomando algunas ideas olvidadas. Me animé pensando en la posibilidad de editar un libro con textos dispersos de una de las autoras de los años cincuenta que trabajé para mi ascenso. Retomé el interés por un par de traducciones que quiero hacer, una de ellas una antología de cuentos. Se me ocurrieron nuevas ideas para un artículo que tengo pendiente escribir sobre Federico Vegas y la novela histórica, a propósito de Falke... Al menos en ideas, ésta ha sido una semana productiva.

Pero no necesariamente ha sido prolífica en resultados. En realidad estoy evadiendo la escritura que se supone que debería estar haciendo: no tengo un cuento que subir a mi blog para este mes. Tengo una cantidad de notas sueltas, pero nada escrito en firme. En vista de que el final del mes se acerca, pensé que debía colgar un simple anuncio diciendo que no hay cuento esta vez, que otra vez será. Pero luego se me ocurrió una muy buena idea para una historia que tal vez pueda comenzar a escribir y subir una versión preliminar que pueda corregir con más calma más tarde (como sabes, soy una correctora obsesiva). Ya veremos si puedo hacerlo antes de que el terrible marzo se termine...

La novela, que quería tener al menos en borrador completa para septiembre, está dispersa en notas que no terminan de cuajar. Tengo ideas claras sobre el argumento y los personajes, pero algo no me suena y en lugar de sentarme a escribir y corregir sobre algo escrito, que es como se debe hacer, estoy paralizada y muda. No encuentro el modo de contar la historia y ninguna de las aproximaciones que he ensayado me convence.

Ayer descubrí que la razón es que no tengo el más mínimo estímulo. Y no se trata de que mis amigos y lectores asiduos me manden amistosos emails diciéndome lo mucho que les gusta lo que escribo. Se trata de no tener un propósito claro, una sensación de pertenecer a algo en lo que el trabajo de uno haga click, como si dijéramos “la literatura venezolana” o algo parecido. Cuando uno intenta escribir desde lejos, pensando en la tierruca, la nostalgia se te va poco a poco descalabrando y te quedas sin piso. Sobre todo si eres de los seres que en realidad no cree demasiado en nada y la fe en lo que haces te falla tres de cada cuatro veces.

Me sentí acompañada, sin embargo, leyendo un cuento de Bolaño, que descubrí primero en la versión en inglés que publicó la revista cultural que sale los domingos en el Times y que luego encontré en internet. En ese cuento que en español se llama “Encuentro con Enrique Lihn” (puedes leerlo aquí) el narrador sostiene que todos los escritores, en algún momento de su carrera, se sienten íngrimos y solos. Y yo, que muy pocas veces me atrevo a llamarme a mí misma escritora, decidí que estoy en una de esas etapas. Al mismo tiempo íngrima y confundida. Con muchos proyectos y cero estímulos.

Por eso me he refugiado en mi cerebro académico, hasta nuevo aviso. Espero no quedarme varada ahí para siempre.

Cariños muchos,
r

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