martes, 7 de abril de 2009

Mujeres tristes

Amiga,

Mil gracias por el texto de Héctor Abad Faciolince. Es de esos textos que dice lo que uno necesita, cuando uno más lo necesita. Lo pego aquí para compartirlo con los demás improbables lectores de este blog nuestro.

Tratado de culinaria para mujeres tristes
(Fragmento)

Cuando cambias de sitio (de geografía), la memoria padece una crisis de recuerdos. El pensamiento, casi siempre, tiene un recorrido que sigue el curso de los ojos, y como tus ojos ven asuntos que casi no reconocen ni disciernen, tendrás un martilleo de imágenes e ideas en la cabeza difícil de desenredar.

Poco tiempo después verás caras conocidas, pero ya no sabrás a qué sitio corresponden, si al de antes o al nuevo. Las miras fijamente sin saber en qué lengua te hablarán, y cuando abren la boca, antes de que el sonido salga, estarás al acecho de todos los indicios. Buscarás algo que te diga si este trozo de existencia pertenece a tu vida de ahora o a la de antes.

Al amanecer, al abrir los ojos –en ese momento en que la mirada golpea cielorrasos y paredes–, los primeros segundos no estarás segura de en qué sitio te despiertas, tardarás un rato en recobrar el hilo de tu vida, y por un momento sufrirás el temor de que se haya roto definitivamente.

Una mano a tu lado, una nariz conocida, recta o aguileña pero conocida, podrá servirte de ancla a ese pasado que no puedes perder si no quieres extraviarte por los nuevos rumbos. Pero si la decisión era cambiar la geografía para cambiarlo todo, para extraviarte de gusto y empezar de nuevo con la esperanza de que en el otro sitio no reaparezcan los errores de siempre, entonces convendría no buscar caras sino asomarte a la ventana y hacerte dueña, desde lejos, del paisaje extranjero.

Así mismo, en los sabores, si quieres recordar, en casi todo hallarás reminiscencias y creerás descubrir en la polenta el aroma de la arepa. Si quieres olvidar, en cambio, reconocerás que el olor de las trufas no se parece a nada conocido, que la amargura del radicchio nada tiene que ver con el zapote. Y olvidarás para siempre el sabor del tamarindo, la avara consistencia del mamoncillo, el erótico olor de la guayaba.

Cariños muchos,
r

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