lunes, 15 de junio de 2009

De obsesiones y repeticiones



Amiga,

Todos somos animales monotemáticos y hacer variaciones de lo mismo forma parte de la naturaleza humana. Esto lo comprobé -una vez más- viendo el estudio del escultor Eduardo Paolozzi, en la Deans Gallery.

Hace un par de fines de semana estuvo haciendo un sol espléndido y aprovechamos para visitar esta galería que está dedicada al arte vanguardista. Ahí se pueden ver pinturas y esculturas de los más reconocidos artistas dadaístas y surrealistas de principios de siglo, desde Dalí hasta Picasso, pasando por Miró y Magritte. Pero la imagen que me ha quedado rondando en la mente todos estos días no es tanto la de los pájaros muertos de Dalí o las ingeniosas nubes de Magritte, sino la de un cuarto atiborrado de objetos repetidos.

En el 2001 Paolozzi donó a las galerías de Escocia parte importante de los objetos que se encontraban en sus dos estudios de Londres. Algunos de ellos se muestran en una especie de montaje que simula un espacio real en la sala de la Deans Gallery dedicada a su obra. Es un cuarto con cama, biblioteca, escritorios y mesas de trabajo, cubierto de estanterías del piso al techo y lleno de las mismas cosas repetidas hasta el infinito: cajas de rompecabezas y juguetes para armar, teclas de pianos o de máquinas de escribir, piezas sueltas de viejas computadoras, revistas y periódicos amarillos, bolsas llenas de pedazos de muñecos desmembrados, pies, manos, piernas… y miles y miles de cabezas. Si uno quiere ver cómo funciona la mente de un artista obsesionado con su obra sólo tiene que pararse frente a ese espectáculo de la repetición y maravillarse.

En medio de esa acumulación de objetos uno no puede menos que pensar que la obsesión es la materia prima de la que están hechas las obras humanas, sean de arte o no. Y tengo la sospecha de que sin una pizca al menos de esa tendencia a la obsesión no es posible contruir nada perdurable. Creo que hay que dejarse llevar por esa especie de repetición de lo mismo hasta dar con el punto en el que se pasa como al otro lado y se produce un objeto que tiene valor, aunque sea momentáneo, no sólo para uno mismo sino también para otros.

Es una lástima que no dejen tomar fotos de ese cuarto extraordinario (puedes verlo aquí). Me hubiera gustado ilustrarte con esa imagen esta nota. En cambio, te subí la foto de una de las esculturas más conocidas y representativas de Paolozzi, su "Newton after Blake". La inmensa escultura está en el patio que da acceso a la British Library y es algo así como la representación de un hombre del futuro que piensa desde el pasado. Un ser mitad humano y mitad robot, construido de pedazos de cuerpos y máquinas, que dibuja sobre un papel con un compás la circunferencia de los mundos que sueña.

Es, a fin de cuentas, la representación de todas las obsesiones juntas de un hombre que pasó la vida rodeado de los mismos objetos repetidos, persiguiendo una idea. Y ahí puede cualquier ser humano ver condensados también todos sus presentimientos o sus pesadillas.

Por supuesto que no todas las obsesiones llevan al arte. Están los asesinatos y las violaciones. Y supongo que tanto las cárceles como los manicomios están llenos de gente obsesionada con una idea fija. Pero prefiero quedarme con este lado de la historia...

Un abrazo,
r

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