jueves, 26 de noviembre de 2009

Sin quejas


Amiga,

Me he estado quejando demasiado estos días, del clima, de la soledad, de lo que aprendo o dejo de aprender, de no tener ganas, de carecer de paciencia, de lo mal que funcionan los celulares en el tercer mundo y a veces también en el primero, de la tendencia de algunas personas demasiado cercanas a desaparecerse cuando uno más las necesita, de los tepuyes de la Gran Sabana, de los autobuses que no pasan por East Calder, de las noticias que aparecen en la prensa, del gobierno británico que no se disculpa con los niños abandonados por el mundo, del clima... así que he decidido hacer una pausa en mis quejas y dedicarme a meditar en mi extraordinaria suerte.

La suerte que tengo de no estar viviendo en el tercer mundo. Un mundo donde se va la luz todos los días y también el agua, porque la bomba del agua funciona con electricidad y si vives -digamos- en un cuarto piso, no hay manera.

La suerte que tengo de tener todo el tiempo que quiero para leer y escribir. ¿Qué más puedo pedir?

La suerte que tengo de no tener que preocuparme por nada en la vida. Sólo por el insomnio y la muerte y los accidentes y por no poder escribir aunque tenga todo el tiempo del mundo y -a veces- por estar solita y porque nadie entiende ya de qué coño me quejo tanto.

Por toda la suerte que tengo, pues, he decidido dejar de quejarme. Pero como me quedo sin nada que decir cuando me quedo sin quejas, he buscado la ayuda de Roberto Juarroz para que me ayude a terminar esta entrada sin quejas. Así que aquí va su poema 5 de la Duodécima Poesía Vertical:

Dibujaba ventanas en todas partes.
En los muros demasiado altos,
en los muros demasiado bajos,
en las paredes obtusas, en los rincones,
en el aire y hasta en los techos.

Dibujaba ventanas como si dibujara pájaros.
En el piso, en las noches,
en las miradas palpablemente sordas,
en los alrededores de la muerte,
en las tumbas, los árboles.

Dibujaba ventanas hasta en las puertas.
Pero nunca dibujó una puerta.
No quería entrar ni salir.
Sabía que no se puede.
Solamente quería ver: ver.

Dibujaba ventanas.
En todas partes.


Hasta aquí Juarroz, que me ha ayudado a llegar hasta el fin de esta entrada sin quejarme.

Un abrazo,
r

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