martes, 13 de abril de 2010

Lecciones de abril


Amiga,

Qué cosa horrible que haya que celebrar un golpe. Qué cosa horrible la celebración del regreso de un tirano. Y, sin embargo, esos parecen ser los dos extremos en los que los venezolanos están atrapados. Esas son sus opciones más evidentes, sus memorias más vivas. Y eso es lo que se ha vuelto abril para la gente en la tierruca.

Mientras en otros lados se recibe la renovada luz del sol y se celebra el regreso de la primavera, en la tierruca seguimos debatiéndonos entre Carmona y Chávez. Seguimos preguntándonos qué hubiera pasado si… Si Chávez se hubiera ido a Cuba, si Carmona no se hubiera autojuramentado pasando por encima de toda norma legal, si las oscuras razones de las fuerzas armadas no hubieran encontrado su exacto reflejo en las oscuras razones de los intereses económicos, también armados.

Podemos contarnos y recontarnos la historia de esos días de abril cientos de veces. Podemos volver a leer las crónicas de la Poleo y llorar. Podemos ver los videos del regreso triunfante de Chávez, donde prometía enmendar el rumbo, y llorar aún más. Podemos recordar dónde estábamos y qué hacíamos en esos días inciertos. Y nada va a cambiar lo que pasó, los errores que se cometieron, los secretos que se guardaron, las mentiras que nos dijimos y que aceptamos que nos dijeran.

Y, sobre todo, nada va a cambiar lo que dejamos de aprender. Porque viendo la prensa en estos días en los que es más evidente que nunca el límite que separa lo que somos de lo que creemos que somos, sólo una cosa queda para mí totalmente clara. Y es que no aprendimos nada de ese abril aciago.

Abril no nos enseñó a vernos a nosotros mismos como realmente somos. Abril no nos enseñó nada sobre democracia o sobre tolerancia o sobre resolución de conflictos. No nos enseñó a aprender de la historia y mucho menos a evaluar con claridad el presente. No nos enseñó a pensar en el futuro sin miedos ni rencores ni cuentas por saldar.

Lo único que ese abril nefasto nos dejó es esta tempestad que hoy somos, esta herida abierta. El resplandor del filo del hacha que viene cayendo.

Hasta otro abril amiga,

r

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