lunes, 3 de enero de 2011

Aquí vamos 2011


Amiga,

Tenía días juntando ganas para sentarme a escribirte en este blog nuestro y nada que lo conseguía. Hoy, para agarrar impulso, me puse a leer las entradas del 2010 y me entusiasmé con sólo ver la cantidad inmensa de temas que se me fueron apareciendo a lo largo de los meses. Me parece increíble que haya escrito en este blog sobre tantas cosas diversas, cuando en mi memoria sólo tengo el recuerdo de una especie de sostenida queja monotemática.

Pero no todo ha sido queja. He hablado de política y de literatura, de curiosidades locales y de vivencias varias, de aviones y de volcanes, de trenes y de comida. He recordado mis casas y me he quejado, claro, sobre todo del clima. Pero, en comparación con las entradas del año pasado, creo que se nota que me adapto, que me acostumbro, que me siento más en casa. En una palabra, que estoy cumpliendo con el ciclo normal de todo expatriado y que pronto —quiera o no— voy a estar del otro lado.

No sé qué hay en ese otro lado. No sé si me voy a sentir mejor. Pero estoy segura de que el desarraigo se va a volver otra cosa. Si no va a ser una sensación de pertenecer del todo, al menos podrá sentirse como una especie de acomodo parcial o de tregua indefinida. Como sea, tengo la sensación de que del otro lado habrá una especie de paz. Y en ese punto me he preguntado varias veces si valdrá la pena que siga escribiendo este blog cuando la razón misma de escribirlo —la novedad del desarraigo— se vuelva otra cosa.

Y la verdad es que no tenía una respuesta. Hasta ayer que hablé con Serenella. Cuando me preguntó qué estaba haciendo y le dije que, aparte de escribir, no estaba haciendo nada más, ni tenía muchos planes para el año que comienza además de seguir escribiendo, ella pareció extrañarse. Al cabo de un rato me preguntó otra vez qué más estaba haciendo y yo no tuve nada más que contarle. Pero no me sentí mal. Al contrario, sentí que estaba justo en el lugar en el que quería estar y andando a la velocidad en la que me siento más cómoda: lentamente. No tengo apuros ni ganas de acumular angustias. Y entiendo que a la gente le sorprenda mi falta de noticias, porque para todos los efectos podría decirse que no-estoy-haciendo-nada. Y, aún así, está este blog y esas cientos de entradas (ya van 225) que hablan de lo que me pasa o veo pasar día a día, que no es poco.

He hecho muchos planes en los últimos tres años que no se han cumplido, así que tomé la decisión a fines del año viejo de no hacer ninguna promesa de año nuevo. Sin embargo, me gustaría hacerte o hacernos una promesa al menos. La promesa de seguir escribiendo en este blog nuestro, tenga o no tenga ganas. Porque paseando la vista por las entradas de todo el año viejo me he dado cuenta de que tal vez esto es lo único que va a quedar de este tiempo en el que he estado más bien en el limbo. Este blog, y su hermano menor, el de Cuentos de la Caldera Este, son ahora mi manera de estar en el mundo y de dejar huella.

No me preocupa demasiado que sea poca cosa. Es lo que hay, como dicen los españoles. Y eso basta o debería bastar hasta nuevo aviso. Así que aquí vamos 2011... y te pasaremos todo por escrito!

Te mando un abrazo sin pretensiones,
r

No hay comentarios: