viernes, 6 de abril de 2012

El mes más cruel


Amiga,

T.S. Eliot escribió a principios del siglo XX un poema que han traducido al español como “La tierra baldía”, pero que yo traduciría como “La tierra devastada”. El poema empieza con una de las frases más citadas en la historia de la literatura: “Abril es el mes más cruel...” Y aquí está otra vez abril, amiga. El más cruel de los meses. Durante mucho tiempo no entendí por qué el mes en el que realmente empieza la primavera podía ser visto como un mes cruel. Pero ahora entiendo un poco.

Este es el mes en el que toda esperanza se levanta. Y es también el mes en el que toda esperanza cae, se rompe, se vuelve astillas, se disuelve. Es el mes en el que el sol se empieza a quedar por más tiempo en el horizonte y los días largos nos hacen esperar con emoción creciente el verano que viene, comenzar a hacer planes otra vez. Si fuéramos osos, este sería el mes en que saldríamos de las cuevas. Pero también es el mes en el que el frío que persiste, la nieve que cae de pronto cuando ya no la esperábamos, nos avisan que tal vez haya que posponer los planes un mes más.

Esta mañana estuve con ganas de escuchar esa canción que oí miles de veces cuando era una adolescente: “Acuérdate de Abril”. ¿Te acuerdas? La cantaba Amaury Pérez, a quien vimos cantar en el Aula Magna hace siglos. La compré en iTunes y la hice sonar varias veces mientras desayunaba solita. Lyo está de viaje y he recuperado las mañanas lentas en las que no tengo apuro alguno de hacer nada. Pero me puse triste y no tengo ganas de estar triste aunque el tiempo afuera está encapotado y llueve menudo.

Tengo más bien ganas de pensar en el lado luminoso de abril. En un abril que sea más leve, menos cruel. Un abril que me prometa horizontes limpios y futuros abiertos. Por eso me he puesto a escuchar una música liviana –Charlene Soraia– y me he obligado a terminar un cuento que sigue a medias, pero va en camino. He puesto sobre mi mesa los libros de Baricco que me llegaron por correo esta semana y me he prometido leer sin pausa en la tarde, salir a caminar si el tiempo me lo permite, y ver en la noche una película de Almodovar que tengo pendiente desde hace semanas. Y así va mi abril, amiga.

Ah! Y me corté el pelo para cambiar a un look más veraniego. Sólo falta el sol... pero ya vendrá. No le queda otra.

Te mando un abrazo leve,

r

1 comentario:

Anónimo dijo...

Animula, vagula, blandula