miércoles, 1 de enero de 2014

Rituales de Año Nuevo


Amiga,

¿Qué se puede contar un primero de enero? Las fiestas se apagaron ya y queda solamente el silencio y el frío. Llueve. Ya se paró el viento, pero durante todo el día ha soplado terco, haciendo que la lluvia suene en las ventanas. ¿No queda otra cosa que hablar del clima el primero de enero, cuando el clima es horrible en este lugar apartado del mundo?

Ayer estuvimos en el centro de la ciudad viendo los fuegos artificiales, como hemos hecho casi todos los 31 de diciembre desde que vivimos aquí. Sólo hemos faltado un año (¿el 2010?) en el que la lluvia no paró y estábamos a cero grados.

Es un ritual que todo el mundo sigue aquí sin demasiadas ceremonias. La gente se abriga y sale, caminando por la calle en zapatos de goma o botas para espantar el frío. Llevan bufandas y guantes y gorros de colores. Miran los fuegos desde algún lugar céntrico. Y cuando los fuegos terminan se regresan a casa por donde mismo vinieron.

Ayer vimos esos grupos de gente saliendo a despedir el año. Viejos y jóvenes. Familias completas. Parejas de señores mayores tomados de la mano. Al regreso los vimos volver. Despacio por las aceras mojadas. No parecían ni alegres ni tristes. Un año más se había ido y se había cumplido con el ritual de despedirlo mirando estallar en el cielo los fuegos de colores.

Terminados los rituales queda el silencio y el frío. Y una sensación al mismo tiempo triste y alegre: porque todo se acaba: porque todo vuelve a comenzar.

En este año que comienza, como todos los años, con su carga de promesas y su amenaza de decepciones, cumplo con el ritual de desearte todo lo mejor para los próximos doce meses. Cumplo con el deber de tener esperanzas y de compartirlas contigo.

Recibe el ritual abrazo de Feliz Año,
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